Pocos de los amigos de Jaime conocían uno de sus mas ocultos secretos: vivía con una continua frustración debido a que una Ginecomastia había convertido su pecho de varón en el de una mujer. Con poco menos de veinte años y un pecho masculino desproporcionado, la situación se había vuelto insoportable. La Ginecomastia es una deformidad que podríamos considerar tabú, ya que, a pesar de estar mas extendida de lo que creemos, apenas se habla de ella abiertamente. Los hombres que lo padecen lo sufren en silencio, desconociendo cuál es realmente el problema y si tiene solución a ese pecho grande masculino o deberán aprender a convivir con ello toda la vida.
Años atrás, Jaime comprobaba desconcertado cómo, sin explicación alguna, su pecho había ido creciendo, abultándose, pasando a tener un volumen con el que ahora ya era definitivamente imposible lidiar en su día a día. La situación se había vuelto desesperada porque casi todo en su vida estaba ya condicionado de manera negativa por esta circunstancia. No hay datos firmes, por el propio silencio, pero por nuestra experiencia podemos estimar que esta malformación afecta al 30-40% de las varones, en mayor o menor grado.
Durante el invierno Jaime esquivaba la vergüenza usando ropa ancha y evitaba todas las situaciones en las que tuviera que marcar su pecho. En verano no pisaba la piscina o la playa, y en el aspecto sentimental no había sido capaz de encontrar el valor para explicar su caso a ninguna de las chicas con las que había estado fugazmente. Su vida se desmoronaba a causa de ese pecho que no le correspondía. Un día decidió confiar en algunos de sus amigos para compartir el motivo de su baja autoestima y carácter abatido. Fue uno de esos amigos el que se preocupó por conocer mas a fondo qué era lo que realmente le estaba pasando y si tenía algún tipo de solución. Una vez supo que se trataba de una Ginecomastia encontró la información de nuestra web de Cabrera Plástica & Estética y los casos reales de ginecomastia que en ella mostramos. Y Jaime, al fin, vio un resquicio de luz.
El resto es fácilmente imaginable si ves las fotografías que acompañan a esta historia y que muestran el resultado a las tres semanas.